“La plaza va a estar a reventar, tía”, se escuchaba ayer a una “manolera” que se encontraba en la cola para acceder a la plaza de Toros de Alicante. Y lo estaba. Hasta los topes. Nadie quiso perderse el reencuentro de Manolo García con los escenarios.
El delirio “manolero” comenzó con Insurrección, el archiconocido tema de El Último de la Fila que hizo desgañitarse a las miles de personas que abarrotaban el coso. Manolo García quiso arrancar así el concierto en el que presentaba su doble álbum “Mi vida en Marte” y “Desatinos desplumados”, una gira en la recorrerá los grandes recintos de nuestro país.
El artista comenzó fuerte y supo mantener el nivel a lo largo de más de dos horas y media de recital.
“Teníamos ganas ya. Tanta pandemia y tanto coñazo”, confesaba el cantautor en un parón para coger aire. “Y vosotros también, desde aquí se os ve hasta la dentadura. Se nota que estáis felices”. Y no estaba equivocado.
Manolo García supo en Alicante conectar con el público y deslizarse sutilmente del presente al pasado y viceversa. Unos viajes temporales que se reflejaban el las pantallas que guardaban el escenario, que pasaban del blanco y negro al color en función de la antigüedad de los temas.
El veterano artista demostró ayer que “un año y otro año” y “tantas lunas de agosto” le han premiado con más energía y más vida. Y eso se notó sobre las tablas, en las que Manolo García no podía estar quieto ni un solo segundo, y desde las que el artista, siempre tan volcado por su público, ofreció agua a las primeras filas para aliviar el calor del verano alicantino y posibles “sustos”. “Si veis que alguien de atrás la necesita, pedídmela también. A ver si nos enteramos ya de que nos necesitamos unos a otros, que solos no nos vamos a comer un torrao”
En un escenario muy colorido y eléctrico el catalán hizo vibrar al público con “Un alma de papel”, “Diez mil veranos” y “Quisiera escapar”. Se atrevió con los bongós en “A veces se enciende”, en la que “ardió la leña” que Manolo siempre consigue encender con sus temas de El Último de la Fila, y consiguió con “La Maturranga” crear esa atmósfera de amistad y buen rollismo que solo puede encontrarse los conciertos en los que la nostalgia es una protagonista más.
Hubo momentos para lucir a su banda, en especial al guitarrista Ricardo Marín, que regaló a los presentes varios solos que acabaron en ovación. También para el baño de masas, cuando Manolo bajó al foso para deleite de sus fans. Y, como no podía ser de otra forma, hubo espacio para las palmas y para la esencia más rumbera del catalán con “Laberinto de Sueños”, que escenificó al más puro estilo de un tablao, con sillas de madera incluidas, y en la que las guitarras llevaron al público a un trance palmero.
Un viaje musical que continuó in crescendo hasta desatar la locura absoluta con “Nunca el tiempo es perdido” y se mantuvo hasta el final con temas como “Somos levedad”, “Prefiero el trapecio” o la insuperable “Pájaros de barro”. Todo esto para culminar con un éxtasis masivo con el tema “A San Fernando, un ratito a pie, otro caminando”, en el que las voces de un público enfervorecido llegaron a tapar a la del propio artista.
Después de su actuación en la plaza de Toros de Alicante, lo que está claro es que a Manolo García todavía le quedan “diez mil veranos” para deslumbrarnos.
TEXTO: C. Sounds / FOTOGRAFIA: CARLOS ANTONINO @c.antonino_photo